Los saberes y prácticas educativas se vuelven temas de interés filosófico si
entendemos la escuela como una categoría compleja y tensionada, y no sólo como
una simple institución, inevitable en la vida de los sujetos.
Desde una lectura filosófica, la escuela
puede ser entendida como uno de los ámbitos donde los sujetos se conforman,
donde configuran su modo de ver el mundo, de ver a los otros y también de
relacionarse con su propia subjetividad; por esto también puede ser pensada en
relación a los ejercicios de poder.
Para indagar supuestos filosóficos de este
estilo, acudimos a las investigaciones del filósofo francés Michel Foucault. En
ellas se entrecruzan cuestiones como el análisis de los discursos, el método
genealógico, la cuestión del poder, la biopolítica y el tema del sujeto.
Antes de esbozar nociones de la filosofía
foucaultiana, algunos datos biográficos y de su obra en general, quizás logren
revelar las posibilidades que brinda el filósofo respecto a los problemas de la
actualidad y en especial a nuestro problema de investigación.
En el sitio Web http://michel-foucault-archives.org/?1970, encontramos un calendario
tomado de una cronología muy detallada de Dichos y Escritos, elaborada
por Daniel Defert (1994); cuyo objetivo es recordar los momentos y lugares que
marcaron la vida, el trabajo y la recepción de Michel Foucault.
Michel Foucault fue y será una de las figuras
más importantes e influyentes del ambiente cultural francés de los años 60.
Resulta curioso no poder encasillarlo más que del único modo que admitió ser
llamado: arqueólogo. Según él, esta denominación daba cuenta de su interés por
un análisis profundo de la cultura.
Nació en Poitiers, Francia, el 15 de octubre de 1926. Su padre era médico cirujano así como gran parte de sus antepasados de apellido Foucault, motivación que lo llevó a buscar ingresar en la Escuela Normal Superior en el año 1945, no consiguiéndolo.
Nació en Poitiers, Francia, el 15 de octubre de 1926. Su padre era médico cirujano así como gran parte de sus antepasados de apellido Foucault, motivación que lo llevó a buscar ingresar en la Escuela Normal Superior en el año 1945, no consiguiéndolo.
Por ese motivo comenzó a estudiar en el
Liceo, donde conoció al filósofo Jean Hyppolite, a partir de 1946 ingresó en la
Escuela Normal Superior. Obtuvo su licenciatura en Filosofía en la Sorbona,
teniendo, entre otros, a Merlau-Ponty como profesor. Durante ese período
conoció a Pierre Bourdieu y Jean Paul Sartre.
En 1949, Foucault terminó la carrera de
Psicología y recibió su diploma en estudios superiores de filosofía,
presentando una tesis sobre Hegel, con la supervisión de Hyppolite.
En el año 1950 entró en el partido comunista, permaneciendo poco tiempo al producirse intromisiones del partido en su vida personal. Esta época fue muy conflictiva para Foucault. Durante el año 1951 fue profesor de Psicología en la Escuela Normal Superior, siendo uno de sus alumnos Derrida. En ese mismo año ingresó al Hospital Psiquiátrico de Saint Anne donde trabajó. Además se dedicó al estudio de distintas manifestaciones artísticas entre ellas el surrealismo, estudio que continuará durante 1952 y 1953.
Aproximadamente en esa época participó de un Seminario de Jacques Lacan. Personajes como Maurice Blanchot y George Bataille lo aproximaron a Nietzsche.
Mientras enseñaba en la Universidad de Upsala en Suecia, Foucault escribió Historia de la locura en la época clásica (1961). Posteriormente publicó El Nacimiento de la clínica (1963). En 1966 Las palabras y las cosas y en 1969 La Arqueología del saber.
En el año 1950 entró en el partido comunista, permaneciendo poco tiempo al producirse intromisiones del partido en su vida personal. Esta época fue muy conflictiva para Foucault. Durante el año 1951 fue profesor de Psicología en la Escuela Normal Superior, siendo uno de sus alumnos Derrida. En ese mismo año ingresó al Hospital Psiquiátrico de Saint Anne donde trabajó. Además se dedicó al estudio de distintas manifestaciones artísticas entre ellas el surrealismo, estudio que continuará durante 1952 y 1953.
Aproximadamente en esa época participó de un Seminario de Jacques Lacan. Personajes como Maurice Blanchot y George Bataille lo aproximaron a Nietzsche.
Mientras enseñaba en la Universidad de Upsala en Suecia, Foucault escribió Historia de la locura en la época clásica (1961). Posteriormente publicó El Nacimiento de la clínica (1963). En 1966 Las palabras y las cosas y en 1969 La Arqueología del saber.
Recibió su diploma en Psicología Experimental
y se dedicó al estudio de Freud, Lacan, Piaget, etc.
Foucault nunca dejó de verse como el
intelectual sumergido en los avatares de su época, prueba de ello es cuando en
1968, el movimiento estudiantil de Túnez, marxista y anti-imperialista, fue
severamente reprimido por la policía de Bourguiba y Foucault, trató de ayudar a
los detenidos y encarcelados. Si bien no estuvo presente en los sucesos
del mayo francés, quedó fuertemente comprometido, al participar de Helene
Cixous, la fundación de la nueva Universidad experimental en Vincennes, París
al hacerse cargo de la gestión del departamento de filosofía. En esa
ocasión Foucault dio la bienvenida a las personalidades filosóficas y se acopló
a las ideas de los activistas que habían surgido de los acontecimientos del 68.
En 1970, movilizado por el compromiso con la
sociedad, organizó la primera reunión de una comisión de investigación sobre
las cárceles francesas, reunión que se convirtió en el Grupo de Información
sobre las Prisiones (GIP).
En el año 1971 al asumir la cátedra que
pertenecía a Jean Hyppolite: Historia de los sistemas de pensamiento inauguró
su clase con El orden del discurso.
En 1975 publicó Vigilar y castigar.
En 1975 publicó Vigilar y castigar.
Foucault no consiguió acabar uno de sus más
ambiciosos proyectos, la Historia de la
sexualidad, en el año 1976 publicó el primero de los seis volúmenes
proyectados: La voluntad de saber,
escrito que fue muy criticado.
Durante 1984 poco tiempo antes de morir,
publicó dos volúmenes más después de ocho años de silencio, El uso de los placeres y El
cuidado de sí. Murió el día 25 Junio de 1984, por complicaciones provocadas
por el SIDA.
Categorías foucaultianas
que posibilitan una aproximación a la noción de “Biopolítica”
El concepto de “Biopolítica”, considerado
para nuestra investigación, aparece en los últimos textos, en los que el
filósofo reflexiona sobre política. Para comprender una noción tan densa como
esta se pueden recorrer algunas categorías que faciliten su comprensión.
- El discurso:
Foucault se
interroga en el Orden del discurso:
“Pero, ¿qué hay de peligroso en el hecho de que las gentes hablen y de que sus
discursos proliferen indefinidamente?, ¿En dónde está por tanto el peligro?”[1]
Foucault parte de
la suposición de que en todas las sociedades la producción del discurso no es
una cuestión de automatismo. La producción, deliberadamente, estaría
controlada, seleccionada y redistribuida por cierto tipo de procedimientos cuya
función es dominar y optimizar cualquier tipo de acontecimientos aleatorios.
“El
discurso, por más que en apariencia sea poca cosa, las prohibiciones que recaen
sobre él, revelan muy pronto, rápidamente, su vinculación con el deseo y con el
poder. Y esto no tiene nada de extraño: ya que el discurso –el psicoanálisis
nos lo ha mostrado- no es simplemente lo que manifiesta (o encubre) el deseo;
es también lo que es el objeto del deseo (…)
El discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o los
sistemas de dominación, sino aquello por lo que, y por medio de lo cual se
lucha, aquel poder del que quiere uno adueñarse.”[2]
Entonces, ¿es
posible un análisis del discurso? Sí, porque este puede ser definido como una
práctica regulada conformada por cierto número de enunciados que responden a
reglas implícitas de exclusión y de inclusión. En esta práctica reside el
conjunto de todas las actuaciones verbales y de secuencias de signos en tanto
enunciados capaces de adoptar una modalidad propia de existencia que dependen
de un mismo sistema o régimen de formación.
Según Foucault esto
es lo que hace posible hablar de un discurso médico, un discurso psiquiátrico,
un discurso económico, etc. En nuestro caso sería lo que torna posible hablar
de un discurso escolar.
Foucault intenta visualizar el campo de las
epistemes que generan determinados tipos de discursos en diferentes épocas. Según
el autor se da una instauración de ciertos saberes que se normalizan, que son
políticamente acordados, filtrados y luego divulgados. En este proceso se da
una lucha, una pugna en la que el saber vencedor emerge y se instaura. Las
epistemes están en íntima relación con el saber (que es el encargado de dictar
los límites que separan lo normal de lo anormal, lo sano de lo enfermo, la
cordura de la locura) y se traducen en
discursos que requieren de la normalización. La normalización es una forma de
homogeneización, según la cual todos los individuos deben permanecer dentro de
un determinado patrón.
Subyace aquí una
interesante idea de la subjetividad, ya que el individuo sería la resultante de
la normalización que se ejerce desde el poder y el conocimiento acordado. El
saber políticamente acordado, es decir el binomio saber-poder, realiza una
clara selección de los discursos. De ahí que los discursos sean densos núcleos
de sentido.
Al volver al lugar de emergencia de
los discursos se logra indagar los supuestos antropológicos, políticos,
epistemológicos que están dando lugar para que se inscriba cierto tipo de
discurso y además que lo haga de tal modo que se perciba como correcto.
- La Arqueología y la Genealogía:
Para Foucault no es
posible que la realidad esté sostenida por el principio de identidad, que
detrás de aquello que se presenta en continuo cambio, se pueda, por medio de
una operación intelectual, hallar una esencia que permanezca idéntica consigo
misma en medio del devenir. No hay secretos escondidos al que sólo algunos
iluminados puedan acceder. Ni fin último, ni destino supremo que insoslayablemente
se deban cumplir. Lo que hay es intersección de acontecimientos, de intereses,
de poderes, de historias y eso es el presente. Trabajar con esta noción de ontología es hacer lo que desde Nietzsche se
denomina “Genealogía”. Es desandar un
camino para tomar conciencia de cómo hemos llegado a donde nos encontramos, y a
la vez implica pensar la posibilidad de que, de haber seguido otros senderos
hubiésemos podido ahora estar en otro lugar de nuestra historia, de nuestros
pensamientos, de nuestros valores y costumbres. Respecto de la genealogía
Foucault expresa:
Si interpretar fuese aclarar lentamente una
significación oculta en el origen, sólo la metafísica podría interpretar el
devenir de la humanidad. Pero si interpretar es apoderarse por violencia o
subrepticiamente de un sistema de reglas que no tiene en sí mismo significación
esencial, e imponerle una dirección, plegarlo a una nueva voluntad, hacerlo
entrar en otro juego, y someterlo a reglas segundas, entonces el devenir de la
humanidad es una serie de interpretaciones. Y la genealogía debe ser su
historia: historia de las morales, de los ideales, de los conceptos
metafísicos, historia del concepto de libertad o de la vida ascética como
emergencia de diferentes interpretaciones.[3]
La genealogía, en tanto toma la verdad como configuración construida
epocalmente, también afronta el trabajo de mostrar que una nueva voluntad
produce nuevas verdades. Según Foucault: “Se trata de un ejercicio filosófico:
en él se ventila saber en qué medida el trabajo de pensar su propia historia
puede liberar al pensamiento de lo que piensa en silencio y permitirle pensar
de otro modo.”[4]
Esta metodología
crítica se vuelve interesante para nuestra investigación, en tanto se extiende
a todos aquellos conceptos que intenten justificar los comportamientos
normativos. Así como en sus investigaciones genealógicas, Foucault explica cómo
el género heterosexual es un fenómeno moderno, aplicando la genealogía a los
discursos y prácticas escolares interpretamos que “la educación” y su
institución no puede comprenderse más que como un proyecto epocal. Proyecto que
a pesar de aparentar cierto automatismo y anonimato en cuanto a sus reglas,
deliberadamente estuvo y está en miras de la formación o moldeamiento de cierto
tipo de sujetos.
En un análisis genealógico de la institución
educativa y sus prácticas, el propósito no es dar con “lo que ocurrió u ocurre
verdaderamente”, es postular una interpretación de la institución educativa,
una interpretación entre muchas. Es lo que Foucault se proponía al no dejarse
encasillar más que como “arqueólogo”. Para él, el intelectual no podía limitar
su tarea a sumergirse en lo que fue el presente, a buscar sólo en lo ya dado.
Nuestra época puede ser pensada a partir de
las posibilidades de la arqueología y la genealogía. El trabajo de la primera
es “excavar, desgajar, penetrar” los discursos no sólo de los campos
epistémicos, sino también de las prácticas, las instituciones, es decir las
discursividades locales, para descubrir las reglas subyacentes que caracterizan
su existencia, su historia y funcionamiento. Luego la genealogía viene a ser la
táctica que pone en juego esos saberes liberados.
Reflexiones de este tipo son adecuadas,
simplemente, para complejizar la mirada sobre la escuela y sus dispositivos,
desde un análisis local, desde sus prácticas, saberes y actores.
- Las relaciones de poder:
Foucault tematiza la cuestión del poder en varios de sus trabajos, en
algunos como las conferencias dictadas en la Universidad
de Río de Janeiro en mayo de 1973, lo hace de un modo más claro.
En la IV y V conferencia de La
verdad y las formas jurídicas, piensa en lo que él
denomina una trama de poder microscópico, capilar, que no es el poder político,
ni los aparatos de Estado ni el de una clase privilegiada, sino el conjunto de
pequeños poderes e instituciones situadas en un nivel más bajo. En esta obra Foucault hace genealogía de dos conceptos que
contribuyen a una sospecha de la sociedad contemporánea, en la que se enmarca
la institución educativa, las categorías de “sociedad disciplinaria” y de
“ortopedia social”.
¿Qué significa que una sociedad sea disciplinaria? ¿Está obligada a
hacerlo? ¿Qué tipos de sujetos conforman y son conformados por semejante
sociedad? ¿Qué relaciones de poder y de saber se dan en una sociedad
disciplinaria? Aplicando
su método genealógico, Foucault
nos explica cómo la sociedad disciplinaria nació con la reforma y reorganización del sistema
judicial y penal en Europa y el mundo en el siglo XVIII y principios del siglo
XIX.
La genealogía de la noción “crimen”, pone de
manifiesto el modo en que ciertos discursos a nivel teórico dieron lugar a
prácticas diferentes. En esa reelaboración teórica de la ley penal, entiende
Foucault, que el crimen comenzó a ser identificado como una infracción dañina a
la sociedad.
El crimen, que nada tenía que ver con la
falta moral o religiosa, como infracción a la ley natural se volvió acto de un
enemigo de la sociedad, el criminal.
Según las investigaciones de Foucault, el
hecho de comenzar a concebir de este modo el crimen, requirió una ley penal
dedicada con exclusividad a reparar los daños de los criminales. En este
momento es cuando los legisladores y redactores
del código penal francés elucubraron una serie de castigos para reparar los
daños al cuerpo social: deportación, trabajo forzado, escándalo público, pena
del Talión, etc.
Foucault observa que estas penalidades fueron
ideadas a nivel teórico, pero que en la práctica las cosas resistieron de otro
modo. Al parecer las sociedades industriales en formación encontraron otros
modos de penalizar sus crímenes.
Dice Foucault:
Estos proyectos muy precisos de
penalidad fueron sustituidos por una pena muy curiosa que apenas había sido
mencionada por Beccaria y que Brissot trataba de manera muy marginal: nos
referimos al encarcelamiento, la prisión. La prisión no pertenece al proyecto
teórico de la reforma de la penalidad del siglo XVIII, surge a comienzos del siglo
XIX, como una institución de hecho, casi sin justificación teórica.[5]
En el siglo XIX, la legislación penal sitúa su mirada en otras
coordenadas, ya no está pendiente de las infracciones hacia el cuerpo social,
sino del individuo.
Foucault nos muestra cómo en Francia y otros países europeos entre los
años 1825 y 1860 la rigurosidad de la ley es aplicada en función del individuo
sometido a juicio. No interesa tanto definir de modo abstracto lo nocivo para
la sociedad, como controlar el comportamiento de los individuos: “Toda la
penalidad del siglo XIX, pasa a ser un control, no tanto sobre si lo que hacen
los individuos está de acuerdo o no con la ley, sino más bien al nivel de lo
que pueden hacer, son capaces de hacer, están dispuestos a hacer o están a
punto de hacer”[6]
La noción que mueve el pensar de la criminología y la penalidad de fines
del siglo XIX, es la de “peligrosidad”:
se deja de lado el interés por los actos del individuo, por castigar las
infracciones efectivas a una ley, lo importante ahora es el nivel de las
virtualidades.
Los comportamientos necesitan ser controlados antes que lleguen a
efectuarse. Este control sobre los individuos, en el nivel de sus
pontencialidades y no de sus actos, ya no podrá estar confiscado sólo al poder
judicial.
En este momento, para Foucault, se pone en marcha una serie de poderes
laterales que conformaran una gran maquinaria: la policía para la vigilancia,
las instituciones psicológicas, psiquiátricas, médicas y pedagógicas para la
corrección. Esta red de instituciones abocadas a controlar el potencial nivel
de peligrosidad de los individuos, es variada y encuadra a los sujetos a lo
largo de su existencia: la escuela, el hospital. Foucault entiende que entramos
así a una era de “Ortopedia social”
Según Foucault, el primero en describir y programar las formas de poder
de esta sociedad de control, fue Jeremías Bentham; con su modelo panóptico de
vigilancia:
El Panóptico era un sitio en forma de anillo en
medio del cual había un patio con una torre en el centro. El anillo estaba
dividido en pequeñas celdas que daban al interior y al exterior y en cada una
de esas pequeñas celdas había, según los objetivos de la institución, un
niño aprendiendo a
escribir, un obrero
trabajando, un prisionero expiando
sus culpas, un loco actualizando su locura, etc. En la torre central había un
vigilante y como cada celda daba al mismo tiempo al exterior y al interior, la
mirada del vigilante podía atravesar toda la celda; en ella no había ningún
punto de sombra y, por consiguiente, todo lo que el individuo hacía estaba
expuesto a la mirada de un vigilante (…)[7]
Con el surgimiento de una sociedad de control
también surgen relaciones entre las formas de poder y las formas de saber. De
acuerdo a estas relaciones, el panoptismo en tanto forma de poder, se articula
con un modo de saber diferente al que se daba en otras épocas. En una sociedad
en la que reina el panoptismo los individuos son constantemente vigilados,
examinados, por alguien que ejerce sobre ellos un poder (maestro, jefe, médico,
penitenciario, etc.). Quien ejerce ese poder, tiene la posibilidad no sólo de
vigilar sino también de constituir un saber sobre aquellos a quienes vigila.
La forma de saber del panóptico es un saber
de vigilancia, de examen, un saber que no se interesa por constatar lo
ocurrido, lo efectuado realmente, sino en vigilar si la conducta de los
individuos se aleja o no de lo que “se debe”, de lo “normal”, lo “correcto” (si
el individuo aprende, cumple, progresa, acata, etc.).
Para Foucault esta relación entre saber-poder
también puede visualizarse en el nacimiento de ciertas ciencias, llamadas
humanas: Psiquiatría, Psicología, Sociología, etc.
Foucault sigue perfilando cada vez con más
detalle, los mecanismos del poder y en La
microfísica del poder indica que el poder no es un fenómeno de dominación
masiva y homogénea de un individuo sobre los otros, de un grupo sobre otros, de
una clase sobre otras. El poder contemplado desde cerca no es algo dividido
entre quienes lo poseen y los que no lo tienen y lo soportan. Por esto, el
poder tiene que ser analizado como algo que no funciona sino en cadena. No está
nunca localizado aquí o allá, no está nunca en manos de algunos. El poder
funciona, se ejercita a través de una organización reticular. En sus redes
circulan los individuos quienes están siempre en situaciones de sufrir o
ejercitar ese poder y que son siempre los elementos de conexión. El poder
transita transversalmente y no se queda por mucho tiempo en los mismos
individuos.
Foucault también tematiza los primeros ejercicios del poder en la obra Vigilar y castigar de 1975. De igual
modo que en otras investigaciones, en este trabajo busca entender cómo ocurrió
el cambio en el modo de castigar a los convictos en un período de tiempo tan
corto, es decir, intenta genealógicamente delimitar el campo que muestre cómo
se reconfiguró el poder.
Analiza
dos formas de castigo según él "tecnologías de castigo". La primera,
la tecnología de castigo monárquica, consiste en la represión de la población
mediante ejecuciones públicas y torturas. La segunda, el castigo disciplinario,
propio de las sociedades disciplinarias.
En este trabajo retoma lo ya
investigado en La verdad y las formas
jurídicas y compara la sociedad moderna con el diseño de prisiones llamado
Panóptico de Jeremy Bentham. El oscuro calabozo de la pre-modernidad es
reemplazado por la moderna prisión brillante. Es a través de esta óptica de
vigilancia, dice Foucault, que la sociedad moderna ejercita sus sistemas de
control de poder y conocimiento. Foucault sugiere que por todos los niveles de
la sociedad moderna existe un tipo de prisión continua. Todo estaría conectado
mediante la vigilancia (deliberada o no) de unos seres humanos por otros, en
busca de la normalización.
Entiende el ejercicio del poder sobre el
cuerpo de cada sujeto (técnicas de vigilancia, sanciones normalizadoras,
organización panóptica de las instituciones punitivas) como la
“anatomopolítica”. La anatomopolítica será la que estudie las técnicas y
mecanismos que se ejerzan sobre los cuerpos de los individuos, al respecto de
este estudio explica: “Se trataría en él del “cuerpo político” como conjunto de
los elementos materiales y de las técnicas que sirven de armas, de relevos, de
vías de comunicación y de puntos de apoyo a las relaciones de poder y de saber
que cercan los cuerpos humanos y los dominan haciendo de ellos objetos de
saber.”[8]
La anatomopolítica en tanto ejercicio del
poder se inscribe en una temporalidad histórica y en esta obra Foucault piensa
en la Revolución Industrial; de ahí que considere que el fin de las técnicas
disciplinarias sea alcanzar el control de los individuos y lograr el mayor
rendimiento posible de estos cuerpos dominados.
También encontramos una tematización de los
ejercicios del poder en el primer volumen de la Historia de la Sexualidad, denominado:
Voluntad de saber, del año 1976.
Foucault, en el apartado “Derecho de muerte y
poder sobre la vida”, introduce la temática cuando expresa: “habría que hablar
de “biopolítica” para designar lo que hace entrar a la vida y sus mecanismos en
el dominio de los cálculos explícitos y convierte al saber-poder en un agente
de transformación de la vida humana.”[9]
En otra de sus investigaciones, la del curso
en el Collège de France (1975-1976): Defender
la sociedad, Foucault busca determinar cuáles son en sus mecanismos,
efectos, relaciones, esos diferentes dispositivos de poder que se ejercen, en
niveles diferentes de la sociedad. Se pregunta por el “cómo” del poder, por los
mecanismos de éste entre los extremos “derecho” - “verdad”. Según estos
análisis, por un lado estarían las reglas del derecho que delimitan formalmente
el poder, por otro, los efectos de verdad que el poder produciría; luego,
mientras la cuestión tradicional de la filosofía política ha sido: ¿Cómo el
discurso de la verdad fija los límites de derecho del poder?, Foucault invierte
el interrogante: ¿Cuáles son las reglas de derecho, que las relaciones de poder ponen en acción para producir discursos
de verdad? En esta última formulación el pivote no es la verdad ni el derecho
sino el poder. Los vértices del triángulo poder-derecho-verdad,
foucaultianamente, dependen del siguiente modo: El poder necesita y por ello
nos somete a la producción de verdad para funcionar, ésta, a su vez, vehiculiza
los efectos del poder; sólo podemos ejercer el poder por la producción de
verdad. Y ¿qué ocurre con el derecho? Éste no es más que el poder real, por
ello no puede ser visto por el lado de una legitimidad a establecer, sino por
el lado de los mecanismos de sometimiento que pone en acción.
Para esta inversión
Foucault toma precauciones de método interesantes para nuestra investigación.
En una de ellas dice: “Captar el poder por el lado del extremo cada vez menos
jurídico de su ejercicio (...)”.[10]
Esto se comprende como una búsqueda del poder por el lado de los efectos,
en las prácticas en las que se implanta, las últimas terminales constituidas
por sus consecuencias. Visto el poder de este modo, se hace necesario un
“análisis ascendente” del mismo, que parta de los mecanismos infinitesimales
para ver cómo estos mecanismos son reciclados por otros mecanismos más
globales.
En las siguientes
clases de este curso, Foucault rastrea los modos en que el poder es capaz de
ejercitarse. Entiende que uno de los fenómenos fundamentales del siglo XIX es
la consideración de la vida por parte del poder, “el derecho de soberanía es,
entonces, el hacer morir o dejar vivir. Y luego se instala el nuevo derecho: el
de hacer vivir y dejar morir.”[11]
Foucault explica el
cambio que se produce en el ejercicio del poder a mediados del siglo XVIII, por
el que el control del cuerpo individual pasa al control de la vida en general,
podría decirse al hombre/especie.
El biopoder, en
tanto ejercicio del poder sobre el cuerpo de la especie, requiere dirigir la
mirada hacia las características comunes que poseen todos los sujetos por el
sólo hecho de pertenecer al mismo grupo genético, entre ellas cita el
nacimiento, la muerte, la producción, las enfermedades, etc.
El poder también es
productivo, produce efectos positivos, tanto al nivel del deseo como al nivel
del saber. Dice Foucault:
“Luego de la
anatomopolítica del cuerpo humano, introducida durante el siglo XVIII, vemos
aparecer, a finales de éste, lo que ya no es esa anatomopolítica, sino que yo
lo llamaría una biopolítica de la especie humana.”[12]
La biopolítica como
ejercicio de poder sobre la vida para la producción de saber, tiene como
blanco, en un primer momento, la proporción de los nacimientos y las
defunciones, la tasa de reproducción, la fecundidad de una población, también
se ocupa de las endemias, es decir la forma, naturaleza, extensión de las
enfermedades en una población. Otro campo de intervención es el de las
incapacidades biológicas de los individuos, la marginación, las anomalías, los
efectos del medio, etc.
Foucault perfilando
cada vez más esta nueva tecnología del poder dice: “(…) no tiene que vérselas
exactamente con la sociedad, tampoco con el individuo/cuerpo. Se trata de un
nuevo cuerpo: cuerpo múltiple, cuerpo de muchas cabezas, si no infinito, al
menos necesariamente innumerable. Es
la idea de población.”[13]
La biopolítica
abordará los fenómenos que se producen en una población tomada en su duración,
mediante mecanismos globales de tal modo que obtengan estados globales de
equilibrio y regularidad.
Según lo rastreado
en estas obras, Foucault tematiza el poder bajo la idea de ejercicio. Tanto la
anatomopolítica como la biopolítica, se inscriben y suceden en una determinada
temporalidad histórica y son un ejercicio del poder sobre el cuerpo y la vida,
respectivamente.
Para este pensador,
el poder en tanto no es estático, debe ser analizado como algo que circula,
transita, se sufre y se ejerce. Semejante idea del poder, repercute también en
lo que Foucault piensa del sujeto: el sujeto, lejos de todo esencialismo, no es
más que el efecto del poder, aunque también su relevo, ya que el poder transita
por el individuo que ha constituido.
La idea de que los sujetos puedan ser
conformados, es decir, atravesados y constituidos por múltiples intenciones,
propias de cada época, nos sugiere que estos ámbitos donde los sujetos se
sujetan o resisten, están en relación con los ejercicios de poder.
La biopolítica es un ejercicio de poder que
hace entrar a la vida en el dominio de los cálculos explícitos,
transformándola. Es un mecanismo global en busca de equilibrio y estabilidad y ya no de disciplinamiento.
La biopolítica es un sofisticado ejercicio de
poder que consiste en la maximización de los elementos positivos y la minimización
de los aspectos riesgosos, por ello su ámbito es el de la probabilidad y la
estadística.
Aproximándonos a esta noción, indagaremos a lo largo de la investigación, la dimensión biopolítica del ámbito
educativo.
[3] Foucault, Michel. Nietzsche,
la genealogía, la historia. En
Microfísica del Poder. Bs As, Planeta-Agostini, 1994. Pág. 18
[4] Foucault,
Michel. El uso de los placeres En Historia de la sexualidad,
Vol. 1. Madrid,
Ediciones siglo XXI, 1984. Pág. 12
[5] Foucault, Michel. La verdad y las formas jurídicas. IV Conferencia.
Barcelona, Gedisa, 2003. Pág. 41
[6] Ibídem. Pág. 42.
[7] Ibídem. Pág. 42-43
[8] Foucault, Michel. Vigilar y castigar. Nacimiento de la prisión. Argentina, Siglo XXI editores,
2003. Pág. 35.
[9] Foucault, Michel. Historia
de la sexualidad: La Voluntad de saber. Argentina, Siglo XXI editores, 2003.
Pág. 173.
[10] Foucault, Michel. Defender
la sociedad. Bs As, Fondo de Cultura Económica de Argentina, 2000. Pág. 36
[11] Ibídem. Pág. 218
[12] Ibídem. Pág. 220.
[13] Ibídem. Pág. 222.
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